/ Por Fermín Garay (*)
Normalmente aprendemos a vivir en el mundo exterior, es decir, la vida que consiste en buscar los medios para nuestra supervivencia y diferentes metas personales. Crecemos y adoptamos (y nos adaptamos) al contexto social en que nacemos, adoptando diferentes normas de conducta como parte de un proceso de crecimiento donde vamos aprendiendo cómo funciona la vida o el mundo.
Más raro es apreciar cómo vivir en el mundo interior, es decir, aprender a movernos dentro de nosotros mismos en una dimensión invisible a los ojos de los demás, donde tratamos con nuestras propias experiencias. Una manera de estudiar que la vida en este mundo interior suele ser bastante incomprendida puede partir de una pregunta: ¿qué haces con eso que estas experimentando?…
Aquí el concepto de “experiencia” significa un cumulo de pensamientos, sentimientos, y sensaciones que una persona experimenta en un momento dado. Supongamos que se trata de una experiencia de angustia, de confusión, de perturbación, de ansiedad, enojo, o frustración. Se tiene una experiencia, entonces que hace uno con eso. Cada persona puede tener una respuesta diferente, tal vez una respuesta intuitiva o algún habito que le ayuda a salir hasta
cierto punto de esa situación. La terapia es una manera más sofisticada y reflexiva que las personas pueden practicar a fin de aclarar el punto. Sin embargo, también es cierto que la experiencia es cada momento, en todo momento se experimenta algo, es decir, la vida es experiencia momento a momento.
Aprender a moverse en la experiencia puede convertirse en todo un desafío. Sin incentivar ni rechazar la experiencia, sin hacer movimientos bruscos dentro de sí. Aprender a asimilar, a estar con calidez y afecto con la experiencia, dentro de ella, o intimo con ella. Mirando la experiencia dentro de la experiencia. En la intimidad del pensamiento-sentimiento.

(*) Psicólogo.