La OMS, a principios de mayo afirmó que el COVID-19 “ya no es una emergencia sanitaria”. Por otra parte se dio a conocer un aproximado de cantidad de muertes en el mundo que supera las estadísticas oficiales. En este contexto, distintos ámbitos oficiales, organizaciones, empresas y medios de comunicación se ocupan de «dejar atrás el pasado», incluso borrar los registros y controles en los que tanto se insistió en esos años. Sin embargo, hay grupos científicos que siguen indagando sobre distintos aspectos que contribuyen a reconstruir algo de que hemos vivido.

Científicos de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern (Illinois) en la revista Journal of Clinical Investigation afirman que la neumonía asociada a la ventilación mecánica ha sido clave en la mortalidad en los contagiados por el coronavirus.

Cabe decir que ya a principios de 2020 se generó un debate en el mundo médico, el cual cuestionaba los protocolos de la OMS en cuanto al uso temprano de respiradores. Las primeras señales de advertencia vinieron de Italia, donde la gran mayoría de los pacientes colocados en respiradores artificiales murieron, luego en algunas clínicas de Estados Unidos comenzó a retrasarse el uso de los mismos, según se ha informado oportunamente, con claros resultados positivos. Sin embargo en casi todo el mundo se siguió utilizando, dando como resultado un 80% de pacientes intubados fallecidos.

A fines de abril, la citada edición de Estados Unidos, revisada por pares, publicó un estudio enfocado en pacientes con COVID que han pasado mayor tiempo en las unidades de terapia intensiva, debido a estados clínicos caracterizados principalmente por insuficiencia respiratoria. Si bien la neumonía asociada a la ventilación mecánica  no se asoció con la mortalidad en general, la mortalidad fue mayor en los pacientes con un episodio de NAV tratada sin éxito en comparación con los pacientes con NAV tratada con éxito (76,4 % frente a 17,6 %, P < 0,001). En todos los pacientes, incluidos aquellos con COVID-19, el estudio demostró que la VAP no resuelta se asoció con transiciones a estados clínicos asociados con una mayor mortalidad.

Como conclusión se afirma que «El tratamiento fallido de la VAP se asocia con una mayor mortalidad.»

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